El jardín surrealista de Edward James, en Xilitla

Conoce el jardín surrealista de Edward James en Xilitla

 

Con motivo de las vacaciones de verano,  descubro.mx te ofrece las siguientes entregas informativas sobre la huasteca potosina, una de las opciones para viajar en busca de atractivos y emociones que ofrece el turismo de naturaleza.

Nuestra primera entrega es sobre el jardín escultórico surrealista de Edward James, en Xilitla. Esperamos disfruten esta pieza y, si deciden visitar el lugar nos compartan sus imágenes y comentarios de su experiencia.

Un mundo paralelo

Es la obra de un loco o el mayor monumento al surrealismo que existe. Un parque de diversiones o la broma más grande jamás planeada. Es el producto de una imaginación desenfrenada o los efectos de la flor de la amapola… En realidad, el jardín escultórico de Edward James, en Xilitla, es todo a la vez.

Amanecer en la huasteca potosina

Realmente asombra su magnificencia, la extensión interminable de su geografía, el incrustamiento de la obra en plena selva, la estridencia de sus formas y la sensación de estar en un mundo paralelo, en medio de un relato mítico. El visitante lo mismo se siente navegando en la luz, como en el cuento de García Márquez, que en la tierra de elfos de “El señor de los anillos”. Es un sitio sin parangón.

Llegamos después de cuarenta minutos de camino serpenteante en ascensión permanente. Durante el recorrido es imposible no preguntarse cómo diablos hicieron para llegar ahí en los años cuarenta del siglo pasado, en busca de una orquídea. Motivado por la búsqueda de esa flor–eso cuentan las historias-, el aristócrata escocés Edward James (1907-1984) llegó a las entrañas de la huasteca potosina, acompañado de un sonorense, Plutarco Gastélum –empleado de telégrafos a quien conoció en Cuernavaca al parecer por contactos previos con la escultora Leonora Carrington-, encontró la flor y también las pozas naturales que se crean con la caída de una de las cascadas más bellas de México. Ahí emprendió la obra que hoy maravilla a millones.

Xilitla

Nos hospedamos la noche anterior en el pintoresco pueblo de Aquismón, coquetamente adornado en busca de obtener el título de Pueblo Mágico para, dicen, recibir más recursos federales. Su mayor atractivo lo confiere su sencillez. Las calles ondulantes se convierten en caudalosos ríos con las imponentes lluvias que caen con una rapidez y fuerza inusitadas en las noches huastecas. En el día, a Chaac, Tlaloc o como se llame le da por respetar al visitante. Esta región es un mundo verde y líquido, con ríos y cascadas a la vuelta de cada esquina.

Es común que los visitantes se hospeden en Ciudad Valles, la segunda más grande de San Luis Potosí, pero el traslado a Xilitla y el jardín de Edward James –entre otros muchos atractivos- se hace en más de dos horas. Al salir de Aquismón, en cambio, sólo es empezar a subir los cerros en una carretera carente de líneas rectas y ahí tras lomita está el mundo surrealista.

La naturaleza captura las pupilas, invita a ser observada, disfrutada en un voyeurismo insaciable, lo mismo por su interminable verdor que por la neblina que cubre amplios sectores creando paisajes de una belleza propia de las pinturas de José María Velasco. Despierta orgullo que esta región se encuentre en México.

Xilitla

El jardín está a los pies del pueblo de Xilitla, dónde Edward James construyó su casa sin abandonar sus afanes surrealistas. Todas las mañanas, nos cuenta Miguel, el “inglés” llegaba temprano al jardín para trabajar y ver que los obreros hicieran las piezas que les encomendaba. Ahí permanecía, comía, se bañaba en la cascada y en la noche emprendía el regreso al pueblo.

Huasteco de pura cepa, cuarentón de rasgos recios y cola de caballo, Miguel Márquez asegura que conoció a James. Sus padres eran el mozo y cocinera del aristócrata. Él era un niño cuyo parque de diversiones era el jardín surrealista donde James pasaba temporadas de tres meses al año. El escocés dedicaba el resto de su tiempo a viajar por el mundo. Cuando veía algún trabajo arquitectónico de su gusto, fuera en Egipto, la India o Tailandia, lo dibujaba en su Moleskine y enviaba por correo a sus trabajadores con la indicación de que suspendieran lo que hacían y se dedicaran a la nueva encomienda. A eso se debe que el jardín dé la impresión de ser un coctel de obras a medio construir.

Jardín Edward James

Toda la historia gira en torno a una orquídea. Se dice que en el mundo hay 22 mil tipos de esa flor, pero James buscaba una en especial: la orquídea calavera. Buscándola llegó a Cuernavaca donde conoció a Gastélum, ambos rentaron un desvencijado auto y emprendieron el camino a la huasteca. En su calidad de extranjero, James estaba impedido para adquirir el enorme predio, que quedó a nombre de Gastélum. Hasta el final de sus días el sonorense se abstuvo de cualquier chicanada y respetó el carácter de propietario del británico.

Dos manos de concreto en la entrada al parque, hechas con las del sonorense como modelo, son el homenaje de James a Gastélum.

Una orquídea monumental también de concreto adorna lo que podría ser el centro del jardín… o quizá no. En realidad es tarea casi imposible encontrar el centro de esa extensión de 36 hectáreas.  En ese espacio, James pretendía que sus obras se mimetizaran con la naturaleza. Tal es el caso de esa orquídea de tres metros, o los bambús artificiales de un grosor que, al no encontrar en la zona, optó por elaborarlos. A decir de Miguel, James la calificaba como una arquitectura biológica.

Jardín Edward James

Es también un parque de arquitectura ecléctica. Lo mismo hay construcciones que semejan estelas egipcias que edificios con influencias budistas, musulmanas o góticas, o bien muros de piedra desgastada en forma artificial para simular ruinas arqueológicas mayas. Hay escaleras por todos lados. A diferencia de una casa, donde se busca que ocupen poco espacio, aquí son visibles y permanentes en todo el entorno.

Un edificio en forma de cámara semicilíndrica se hizo basado en el Nautilus, el mítico submarino del capitán Nemo. Y otro, quizá el más representativo y fotografiado, invita a sentirse en la Tierra Media de Tolkein.

Tal eclecticismo, nos dice Miguel, obedece a que James pretendía hacer una fusión de construcciones que con el paso de los años fueran devoradas por la naturaleza; así, cuando los arqueólogos del futuro descubrieran las construcciones confundirían sus orígenes. Una broma carísima y cuidadosamente elaborada.

Jardín Edward James

James guardaba estrecha amistad con un heredero de Arthur Guinnes, creador de la cerveza irlandesa del mismo nombre, quien lo visitaba con frecuencia en la huasteca. Igualmente tuvo cercanía con otro surrealista, Salvador Dalí, del cual fue mecenas, pero las extravagancias del catalán no fueron del agrado del británico por lo que nunca accedió a invitarlo al jardín, lo que produjo una ruptura en la relación, nos dice Miguel.

El jardín, que también recibió las visitas de Diego y Frida, es hoy administrado por la fundación Pedro y Elena Hernández, A.C., con apoyo de las fundaciones Telmex y Banamex.- OLEGARIO M. MOGUEL BERNAL.

 

¿Quién fue Edward James?

  • Nació en 1907, en Escocia.
  • Fue el menor y único varón de una familia de 4 hermanas.
  • Su condición masculina lo convirtió en heredero de la inmensa fortuna de su padre, William Dodge James, quien poseía tierras, castillos, fábricas y ferrocarriles.
  • Su padre murió cuando él tenía cinco años.
  • Algunas versiones lo señalan como hijo bastardo del rey Eduardo VII, quien visitaba su casa con frecuencia.
  • Durante su vida tuvo acercamiento con surrealistas como André Bretón y Salvador Dalí. También fue cercano a Picasso y Sigmund Freud.
  • Murió en 1984 en San Remo, Italia, de una embolia.

Cómo  ir:

  • Aunque se puede por cuenta propia, carece de sentido suficiente pues no se conocerán tantos lugares escondidos y bellos. Es preferible ir acompañado de un guía. Opciones para trasladarse hay muchas y se pueden encontrar en internet. Hay salidas desde Ciudad Valles, ciudad de México e incluso desde Mérida.
  • Es importante tener en cuenta que los traslados no son cortos.

Y, finalmente, no debe perderse de vista que para disfrutar la huasteca potosina hay que caminar y caminar y caminar.

Recomendaciones:

  • Hay tantos sitios acuáticos que es indispensable usar calzado para agua. En cualquier paraje lo venden.
  • Cuando no lo utilice, use calzado cómodo: tenis de preferencia.
  • Lleve repelente para mosquitos que no sea nocivo para el medio ambiente.
  • Se recomienda gorra, pues el sol es tan fuerte como en Mérida.
  • Lleve una mochila impermeable para guardar cosas de valor.
  • En todos los parajes venden estuches impermeables para celular.

 

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