Descubre la “gruta de cristal” de Tekax, “la sultana de la sierra”

“gruta de cristal” de Tekax

 

Tekax, un municipio de Yucatán ubicado a hora y media de Mérida por la vía hacia Chetumal, nos recibe para descubrir las “grutas de cristal”, también conocida como la gruta “chocantes”.

La primera parada, el mercado municipal para disfrutar de un desayuno en el mercado municipal.

Visitantes a las "grutas de cristal" en Tekax acompañados del grupo Ecoguerreros Yucatán
Visitantes a las “grutas de cristal” en Tekax acompañados del grupo Ecoguerreros Yucatán

Una vez saciada el hambre, nos encontramos con los guías locales quienes nos dirigieron hacia un terreno que de a poco se convierte en un parador turístico. El sol nos recibe implacable. Los 11 acompañantes de esta aventura se alistan para ingresar a las profundidades del “inframundo maya”.

Listos para el “inframundo maya”

Los guías nos conducen por la carretera hasta encontrarnos con un camino de terracería bloqueado por alambres de púas. Con cuidado se levantan para que cada miembro pase por debajo y comience una caminata hacia la boca de la entrada de la gruta.

El canto de las aves y la sombra de los grandes árboles nos dan la bienvenida al inicio de las “grutas de cristal”. Los guías dan las últimas indicaciones por la seguridad del grupo, te entregan una lámpara y una vez terminadas las instrucciones es hora de descender.

50 metros bajo tierra

Foto del acceso a las "grutas de cristal" en Tekax
Foto del acceso a las “grutas de cristal” en Tekax

La entrada a la gruta es una oquedad casi en el piso, para ingresar tienes que ponerte de espaldas ya apoyar tu pie en el primer escalón de una escalera rústica de metal, improvisada para ayudar a bajar a los visitantes. Enseguida se incrementan los latidos, la luz conforme bajas disminuye y la humedad del aire invade tu cuerpo desde la primera respiración.

El descenso continua por unos escalones hechos de llantas viejas, luego por unas enormes piedras apoyándote por con una soga. Las piedras son traicioneras, algunas están “sueltas” y los guías reiteran pisar con mucho cuidado. El descenso es de aproximadamente 50 metros.

Comienza una caminata por un terrero inestable, subir y bajar grandes piedras te anticipan que será un recorrido de mucho esfuerzo. Las luces de las lámparas guían el paso, lento, pero seguro de todos los integrantes del grupo. Las formaciones de estalactitas y estalagmitas van haciendo más llevadero cada paso.

Primer reto, el paso del gusano

Interior de las "grutas de cristal"
Interior de las “grutas de cristal”

En este punto los guías entregan a cada miembro unas rodilleras para ingresar gateando a un túnel de 200 metros. Al principio todo es risas y bromas, pero conforme avanzas sientes las punzadas de las piedras aún con las rodilleras, y los codos y palmas de las manos. Cuando al fin vez la “luz al final del túnel” te sientes aliviado, sin imaginar que metros más delante se pone más rudo el recorrido.

El camino es accidentado, pero hermoso. Cada paso es jugarte la integridad física pues el piso de barro y lodo puede jugarte una mala pasada y terminar sucumbiendo a la gravedad.

Segundo reto, todos pecho a tierra

Luego de avanzar, sudar y llenarte la ropa de tierra, llega el momento de arrastrarte por 50 metros. Algunos pasan de costado y se arrastran, otros, los más altos, pasan dificultades para llegar al final. Boca arriba, boca abajo, de lado, como sea… el objetivo es llegar al final del tramo. Una vez en este punto podrás levantarte, sacudirte y continuar el duro recorrido hasta llegar a ver pozas naturales llenas de agua cristalina filtrada por el suelo y subsuelo.

La vista es única, los cristales minerales forman estructuras que se asemejan a la nieve. Algunas parecen pequeñas lagunas, otras como riachuelos bajando hacia el suelo.

Tercer reto, el “paso del macho”

Foto cortesía de uno de los visitantes a las grutas de Tekax
Foto cortesía de uno de los visitantes a las grutas de Tekax

Justo cuando piensas ya todo lo peor pasó, te encuentras con un breve estrecho llamado el “Paso del macho”. Una abertura de 50 cm se ancho por donde tienes que pasar tu cuerpo para poder admirar la tercera bóveda y la más bella de todo el recorrido.

Con mucho esfuerzo, una vez pasando el estrecho, respiras aliviado de llegar y avanzar unos metros más para poder  admirar las formaciones más grandes de minerales cristalizados por cientos de años. La vista en este punto es indescriptible, el cansancio se te olvida, los estragos del camino pasan a segundo término y solo te concentras en admirar las maravillas que la naturaleza esconde para unos pocos.

El regreso

Ya pasaron casi tres horas y media desde el descenso. El cuerpo ya reciente la pérdida de líquidos y la falta de energía. Es hora de emprender el regreso. La buena noticia, será más rápido llegar a la salida por que no nos pararemos a ver de nuevo cada parte del recorrido. La mala notica: es el mismo camino.

Foto del regreso al parador luego de salir de las "grutas de cristal"
Foto del regreso al parador luego de salir de las “grutas de cristal”

Pasamos de nuevo el “Paso del macho”, todos pecho a tierra y por último el paso del gusano. Este último recorrido de 200 metros se hacen eternos. Ya las punzadas del piso en las manos, las rodillas y los brazos se sienten cada vez más. Avanzas unos metros te detienes, descansas y de nuevo avanzas. Hay que repetir la fórmula hasta llegar al final.

Una vez saliendo del túnel te sientes más aliviado, motivado de disfrutar de una bebida fría. Sin embargo, al emprender el camino la realidad es otra, hay que subir todo lo que anteriormente se bajó. Ya no se escuchan tanto las bromas, es más el quejido de cada paso.

El final del recorrido

Por fin subes el último escalón de la escalera de metal, ves lo que queda de la luz del día. Respiras por fin aire puro, la brisa refresca tu cuerpo cubierto con ropa sucia y mojada por el sudor del esfuerzo de seis horas dentro de la gruta. Lo único que piensas es en comer y beber algo frío, el cansancio pasa a segundo término.

Imagen del grupo de visitantes que ingresaron a las grutas de Tekax
Imagen del grupo de visitantes que ingresaron a las grutas de Tekax

Los guías nos encaminan de nuevo al parador para cambiarnos y poder disfrutar de una comida y reponer las energías gastadas. Nos cambiamos, abordamos el transporte y nos trasladan a un balneario para poder disfrutar por fin de alimentos.

El viaje de regreso a la capital yucateca es silencioso. La mayoría regresa durmiendo, agotados por el pasadía de aventura extrema en la “sultana de la sierra”, conocida también como la capital del deporte extremo.

Luis Uriel Zapata Noh

Agradecemos a los guías locales por todas las facilidades brindadas para la realización de esta nota.